[
El siguiente texto lo incluí en el post de mi fotolog El Loro Azul].
Durante la “caza de brujas” en una reunión de la liga de directores, presidida por
Joseph Leo Mankiewicz, el tema a tratar fue cierto rumor que corría por
Hollywood. Según este rumor se acusaba a
Mankiewicz de simpatizar con los planteamientos socialistas. El grupo que lideraba
Cecil B. De Mille le atacó con extremada dureza. Nadie se atrevió a replicarle. Esto se explica porque los presentes se hallaban obligados a identificarse antes de realizar cualquier intervención en el debate. Además se encontraba presente un taquígrafo, quien no dejaba de anotar cuanto allí se hablaba. Ninguno osaba exponer una opinión contraria a las sospechas que allí se estaban vertiendo, las cuales no gozaban del más mínimo fundamento y cuya finalidad última bien podía ser la de arrebatarle a
Mankiewicz el puesto de presidente. Tras cuatro horas de reunión
De Mille decidió culminar su intervención mediante un “gran discurso”. En ese preciso instante de entre los presentes uno elevó su mano para pedir la palabra. Quien había solicitado el turno de réplica se dirigió a la asamblea en los siguientes términos: “
Me llamo John Ford. Hago películas del oeste”. A continuación no ahorró elogios para las películas de
De Mille. “
No creo que haya nadie en esta sala que sepa mejor lo que quiere el público americano que Cecil B. De Mille, y desde luego, él sabe darle lo que quiere”. Para agregar después, con la mirada fija en él: “Pero no me gustas, C.B. Y no me gusta lo que has estado diciendo hoy aquí. Propongo que demos un voto de confianza a Joe y nos larguemos a dormir”. Por supuesto
Joseph Leo Mankiewicz fue ratificado por amplia mayoría. Al terminar la votación, nadie se levantó hasta que el propio
Ford lo hizo. Y no fue hasta que atravesó la puerta de salida, cuando todos desfilaron detrás suyo.
A continuación en este cine errante (homenaje a "La Taberna Errante" de G.K. Chesterton) desfilan las imágenes de Centauros del Desierto (The Searchers, John Ford, 1956).
Primero la primera escena, con esa imagen del Valle de la Muerte tomada desde el oscuro interior de la casa. Impagable.
... para concluir con la escena final, en la que Ford acude al mismo recurso
En verdad Ford hacía westerns.